sábado, 19 de noviembre de 2011

Se alquila imaginación, razón en New Orleans

Uno cree que lo ha visto todo y llega a New Orleans. Atraviesas Bourbon Street y puede que no te sorprenda, teniendo en cuenta los orígenes de cada cual. Dejas atrás infinidad de bares de copas, clubes de striptease (y otros en los que las chicas hacen algo más que bailar en pelotas), borrachos haciendo eses y relaciones públicas con ofertas de dos por uno y llegas a Frenchmen Street. Una calle en la que cada puerta es un bar, club o pub; todavía no sé dónde acaba uno y empieza otro.

En cada garito hay una banda tocando en directo cada día de la semana. Normalmente cerca de la entrada, así puedes escuchar lo que se cuece dentro y decidir si te interesa o no. Total, que decides entrar en The Spotted Cat, en el que un trío (a ratos un cuarteto, ya que el trompetista va y viene según le parece) pasan del jazz al swing hasta instalarse definitivamente en el blues.

Te tomas un par de birras, recibes un par de pisotones, un par de "excuse me sir", algún "it's ok man, no worries" cuando eres tu el que da el codazo. Decides irte y, justo cuando llegas a la calle, forcejeando para salir entre tanta gente, te das cuenta de que la banda se ha puesto a tocar uno de tus temas preferidos de Howlin' Wolf. ¡Cabrones! Pero no importa, el ventanal del local te permite escucharlo desde fuera.

Entonces, mientras una pareja se lía a empujones, "porque eres un cabrón", "vas to' borracha tía", y cosas por el estilo, descubres en un rincón de la acera a una chica dándole a la tecla en una máquina de escribir. Sí amigos, eso que había antes de los ordenadores y los iPhones. Una escritora en busca de empleo, "imaginación para alquilar" rezaba un cartel a sus espaldas. Botella de vino, flexo y máquina ds escribir. Uno puede haber visto de todo, pero siempre reconforta saber que existen lugares que te pueden sorprender. Y los que quedan.

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