Dejé New York remontando el río Hudson hasta Albany a través de llanuras inmensas teñidas con los colores del otoño. Del burdeos al dorado, tanto en las hojas que cubren la superficies de los bosques como en las que todavía aguantan en las ramas de los árboles. En Albany, punto en el que el Hudson confluye con el Mowhawk, cambiamos el rumbo hacia el oeste, cruzando los estados de Ohio e Indiana. El avance del tren, siempre constante, no dejaba de recordarme mi destino, Chicago (Illinois). La ciudad donde se reinventó el blues a mediados del siglo pasado, electrificando y rodeando de un mayor colchón instrumental, la música que traían consigo los emigrantes del Delta del Mississippi.
De aquí surgieron mitos como Muddy Waters, Willie Dixon, Howlin' Wolf, Little Walter o Buddy Guy (aún vivo, en activo y con un club en la ciudad). Como decía, el sonido del tren parecía imitar el de la batería de Smokestack Lightnin', al menos yo lo creía, por lo que me vi obligado a ponerlo a todo trapo en el iPod. La voz grave, áspera y provocativa de Wolf, y esos aullidos suyos, únicamente aumentaban mi ansia por llegar a la Windy City, hogar en su tiempo del mítico sello Chess Records. Un vistazo a la película Cadillac Records ayudará a hacerse una idea de la época.
Chicago, hoy en día, es una ciudad que a diario te deja con ganas de descubrir algo más. El río que atraviesa la ciudad, y sus puentes, le dan un toque innegable a su combinación de rascacielos y barrios más acogedores. A los europeos, esos altísimos edificios nos cautivan con su sola presencia. Al poco de llegar me acerqué al John Hancock Center y pude disfrutar del atardecer y los primeros momentos de la noche desde el Signature's Lounge, el bar situado en la planta 96. El gintonic, un poco corto para mi gusto, pero las vistas y la experiencia de echar un vistazo al vacio desde sus cristaleras es impagable.
Chicago tiene un sentido musical muy desarrollado, con clubes de blues, de jazz, de música electrónica y algún que otro músico tocando en la calle. Gran tipo el que nos encontramos anoche, tocando su guitarra acústica sentado sobre un cubo de pintura vacío, en la estación del metro volviendo del B.L.U.E.S, primera visita a un auténtico club. Muy buena banda la que tocaba en el garito, Vance "Guitar" Kelly and the Backstreet Blues Band. Un auténtico showman el tal Kelly. Muy buenos el bajistas y el batería, sí señor.

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