Turducken: dícese de aquel pato deshuesado que, después de ser metido dentro de un pollo (también deshuesado), se introduce a su vez dentro de un pavo; deshuesado, claro. 6 o 7 horas de horno y a dar las gracias.
Con este plato, rico rico y con fundamento por cierto, me han dado la bienvenida en San Diego (California). Y es que he llegado justo para celebrar Thanksgiving (Acción de Gracias), algo muy de por aquí. Esta es la versión 2.0 del tradicional pavo al horno que vemos en la tele. Sí, ese de "Johnny, haz los honores y trincha tú el pavo". Pues eso.
En definitiva, una cena muy agradable (¿se sigue considerando cena aunque sean las cinco de la tarde?), partido de fútbol americano en la tele y una de esas cocinas americanas en las que cabría todo mi piso (guiño al gran Goyo Jiménez).
Aún así, lo más surrealista del asunto empezó ayer noche, mientras deshuesábamos los "pajarracos" al ritmo de la música de Joaquín Sabina. Al estilo de Reservoir Dogs, pero más castizo y cuchillo en mano. Viendo el destrozo de anoche, el resultado final ha sido mucho más que aceptable.
Hala, Happy Thanksgiving.
Bon profit.
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