Uno llena la mochila y se viene a la conquista del yankee en busca del blues y, al final, es el blues el que acaba encontrándolo a uno. Pensándolo bien, así es la vida misma, señora. Pásese la vida buscando la manera de que todo le cuadre según sus deseos que el destino, o lo que sea, ya se encargará de hacer lo que le dé la gana con sus planes. Así, sin preguntar ni nada, el muy cabrito. Lo reconfortante del asunto es que, a veces, se levanta generoso y te planta un concierto de blues en los morros mientras caminas por las calles de San Francisco.
La Frisco de Kerouac, hogar de la generación beat y de la librería City Lights, en la que te invitan a sentarte en sus sillas de madera a disfrutar de la lectura. Por la cara. A veces, como iba diciendo, le da una vuelta de tuerca y la banda está tocando en uno de los locales más antiguos de la ciudad, The Saloon, que tiró su primera caña (o lo que se tirara entonces) allá por 1861. Al principio de la barra se encuentra Charlie, acodado como solo lo hacen los clientes habituales. Cincuentón, canoso, chupa de cuero y cara de haber vivido (y bebido) en sitios más oscuros. Me cuesta entenderle, lleva un rato dándole al alpiste y se le lengua la traba. A pesar del volumen de la música charlamos un rato.
Buen comienzo, sabe que Ibiza es una isla. Hace años estuvo en Barcelona y Valencia, con su mujer de entonces, me cuenta. Yo le explico mi viaje, así por encima, y se sorprende de todo lo que he recorrido en tren. Le entusiasma el hecho de que haya cruzado su país así. Dice que le gente ya no viaja en tren, pero que a él le encanta.
Según Charlie soy un "old hearted guy", algo así como un tío con unos gustos un poco anticuados, pero dicho de una manera mucho más poética. Me lo tomo como un cumplido, y debe serlo porque, inmediatamente después, me pregunta si puede invitarme a un trago para celebrarlo. El bueno de Charlie es tan educado que no sabe que hay ciertas cosas para las que no es necesario pedir permiso.
Apuramos las bebidas y me voy. Dejo a Charlie en la puerta del Saloon, echándose un pitillo y, estoy seguro, recordando aquel viaje en tren que hizo hace años por la costa española. O a la mujer que le acompañaba. La vida, ya sabéis.
old hearted guy me encantaaaa!!! tengo ganas de verte y que me cuentes todos esos pequeños detalles...que hace tan grande tu viaje
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